~FUGA QVINTA~

1. Con el sol

Amanecíme en radiante día, que buen rato había ya de sol, e calcéme medias et abriguéme con una camisa, más por tapar desnudeces ante un posible huésped que podiera trovarme en el pasillo que por frío, que el día templado estaba. A más, corría el riesgo de que la arpía estoviera al acecho e tomase mi salida del aposento con poca ropa por reto luxurioso, et a fé que si hobiérase dado tan funesta ocasión, non habría dudado un ápica en clamar al buen dios porque truxérame el sexo o deglutiérame la tierra, e juro a vuesas mercedes que de vello con sus proprios ojos, habríanme apoyado en mi rezo porque ansí ocurriese, si es que guardan una pizca de humanidad en sus corazones.

Mas no hubo lugar a tal, e mal relator foera si ocupara más letras en describir tamaña cuita et aún por ver, a Dios NS gracias sean dadas.

Lleguéme al aposento que guardaba a mis compañeros e trovélos amodorrados e con la cortina contra la ventana, de suerte que la claridad diurna non había interrumpido su ya prolongado retozar por los pastos de Morfeo.

Foí rescibido con puyas e cuantos ojetos arrojadizos a mano habían, et, al cabo, ya prestos a salir, hobimos de venros las caras con la patrona a quien pusimos en antecedentes de un día más de permanencia, ante lo que mostróse regocijada.

Salima a la calle et en la esquina fiçimos corta parada por desayunarnos en la cantina que allí habíase, e foese escueta por cuanto la pascua acabábase e con la frugal pitanza cumplimos con la ordenanza e con la bolsa, que, aún tratada con mimo, non parescía querer aumentar el peso de la carga ca non desvaneciéramos en el esfoerzo.

Fízose tal e partimos en busca de las señas anotadas.

De camino fiçimos alto en el Cabildo de la Santa Iglesia Prioral de la Órdenes Militares, a cuyo interior penetramos, tanto por su cognoscimiento como por agradescer el socorro de la madre Iglesia, que foénos dado en Almagro.

Érase ésta una iglesia de estilo argótico, o de art goth, con quatro naves, cada una de las quales representaba una de las órdenes militares.

Sin más protocolo que cruzar la puerta, penetramos en la Sacristía dó se cuecen las misas que han de servirse a los fieles et allí vímosnos recogidos por una estancia casi tan vacía como nos lo estábamos de pertenencias que representaba una enorme puerta arrancada a uno de los muros.

Llamamos e nos abrieron. Atendiónos el secretario de la diócesis por hallarse ausente el prior, e de su mano repasamos cuantos tesoros de arte cabían en la seo. Foénos mostrasa ansí mismo, cada una de las órdenes que aparescían bordadas en otras tantas casullas al efeto destinadas.

Vínose loego el momento de escalar la torre do guardábanse regios tesoros en tapices, escudos e pintaras, ansí como un santuario de Nuestra Señora, et el Secretario, pretextando urgente salida, fízonos acompañar dotro sacerdote que diónos a ver cuanto ya he señalado.

Agradescimos la muestra e como fabíamos por costumbre tomamos sello e firma del logar e salimos.

Dímos con los pies en otra cantina sita en la calle que buscábamos por ver en el libro d elos nombres e los números el lugar exato de la cita.

Encontrámoslo al punto e hacia él encaminámosnos.

2. Miguelturra

Suerte hobimos et hallamos el lugar cuan doña Mayte, prometida del afamado vihuelista e capitán en tunas por la Higiénica de Valencia don Monchín, allegábase al logar.

Saludamos a cuantos familiares encontrábanse en la casa e narramos algunas incidencias en tanto éramos regalados con queso e vino.

Llegóse la hora de incrementar la pitanza, que ya érase la llamada de la Comida, por el menester claro en que es ocupada, e foímos invitados por la susodicha dama a un pueblo cercano a la Ciudad Real llamado Miguelturra, de dó parescen provenir los aquí llamados gárrulos, aunque non siempre es morada, sinónimo et único origen destos, cual vienen a demostrar ciertos cortesanos.

Cumplimos con la regla de las tres dés, como imponen los cánones, e ansí degustamos, deglutimos e digerimos suculentos bocados en una fonda.

Hobimos de tomar Tisana de Indias, bien llamado café, por sus efetos despabilatorios, e tan acorde gusto con la postpitanza, et regresamos al punto de partida por recorrer las tascas de la plaza Mayor, en consonancia con las costumbres.

Llamónos la atención el estilo que empezaba a adoptar la arquitectura del sitio, e lo apacible de la estructura del Ayuntamiento.

Dirigímosnos loego al Casino tras pasar somera revista a los monumentos del logar. Era éste proprio de indianos, con sus amplias estancias plenas de luz et moblería de mimbre que fundíase al sabor colonial del sitio.

Foéronnos servidos unos refrigerios e fablamos e probamos lance al ajedrez con las más modernas técnicas del rey Alfonso, el Sabio nomnado, e que façe X en su serie, poes como estudiantes vivos et universitairos seguíamos muy de cerca la vanguardia cultural de nuestra época.

Tras algunos desmanes que a Ruy López erizaran el cabello, de aún tenello, regresamos a otra plaza do exhibiese algo alusorio a don Miguel de Cervantes Saavedra, joven promesa de nuestras letras.

Trabamos cognoscimiento e recordamos fonda e cantina do habríamos de tañer posteriormente.

A un guiño de la Bolso, fízose hora de trovar e acercámosnos a la fonda denominada Miami, cuyo encargado entretúvonos con arrumacos et algo de libación so pretexto de que el dueño estábase ausente et encontrábase poca gente agora en el mesón.

Partimos al cabo e regresamos a la plaza reseñada penetrando de seguido en el Bar España.

Gran jolgorio con tropezones de queso e jamón regados de buen caldo diéronse cita et a más cantar, más gente e más risa e más comida e más caldo, de soerte que juzgamos pertinente acallarnos, ca de seguirse el ciclo hobiéramos reventado allí mismo.

Recogimos buenos dineros et fiçimos amistad con las gentes allí dispuestas.

Pasamos a otro punto poco distante dó habríamos de terminar jornada, mas lo avanzado de la hora y la oposición gubernativa, impidiéronnos facer bolsa.

Cerrado el lugar et acompañados por dos buenos mozos encaminámosnos al otro extremo de la ciudad por rondar la dueña de uno dellos. Y de camino, recordábamos los versos del poeta:


¿Qué me valen tu calma e tu terneza,
tranquila noche, solitaria luna,
si non calmáis del hado la crudeza
si bajo mi balcón no detenéis la Tuna?



¿Qué me valen la gracia e la belleza,
e amar como jamás amó ninguna,
si la pasión que el alma me devora
la desconoce aquel que me enamora,
aquel que agora se marcha con la Luna?



Tremendo regocijo e renacer de las algo apaleadas esperanzas con estas vivas muestras d'amistad e lo solidario de la trova.

Bebimos cuanto nos foé baxado et a avanzada hora de la madrugada, reencaminamos nuestros pasos a la posada agradesciendo su compañía a nuestros amigos.

Et a punto estovimos de dormir al raso, ca non encontrábamos la entrada, mas al fin, e tras largas intentonas e más jaleo, pues que la nueva adversidad provocábanos malcontenidas risas, conseguimos sobir.

Atravesado el laberinto dimos en llegar al proprio monstruo, la aceitosísima Silvia, que al igual que en la leyenda minoica manteníanos atemorizados cual doncellas. E llegado a este punto he de insistir en la necesidad de que nadie que la hobiera omitido a la vista juzgue nuestro amedrentamiento so pena de contínuas pesadillas con tal fémina, et ansí Belcebú se lo demande.

La susodicha permanecía despierta, que más parescía que toviera secreto pacto por no dormir, et ansí vigilar cuanto en su mugrienta posada se moviera, et ansí non hobimos de aclamar nin cantar cualquiera copla porque atendiéranos, como aquesa que diz:


Despertad ojuelos verdes
que a la mañanita lo d0rmideres.


Cogimos la llave e con gran recelo posímosnos en camino hacia nuestors aposentos que éste non era corto en confabulación contra las ganas grandes que de llegar a descansar fabíamos, e como largo era el camino e cantar non foera pecado, por espantar sombras al paso, dimos en cantar en un murmullo, que nadie más que nos habría de enterarse, aquello de:


Vos tenéis los oios bellos
e tenéis lindos cabellos
ca matáis de sólo vellos
a quien de vos s'enamora.



E facíamoslo con breve son, e risa contenida, non foera a pensar que intentábamos enamoriscarla.