II - PARAFUGA

1. La idea


Fablamos largo e tendido de la necesidad de viaje e jornada que habíamos, así como el menester, que todo aquel que se precie de llevar la noche en su corazón tiene, por romper piedras en arena con la fuerza de las suelas, quel peso del cuerpo e las carnes de la folganza repetida e continuadamente almacenada, han de disolverse por la impetuosa Tránsfuga a los recovecos del mundo aún no trovado para glora propia et eterna.

Así estábamos con estas e otras cavilaciones, cuando vino a iluminarse la prodigiosa idea que a relatar paso:

  • ¿Por qué no habríamos de desenterrar vihuelas e cucharas de palo en trovadorescas jornadas sin límite geográfico?
  • ¿Por qué no habríamos de realizar quimera, si a ella todos habemos alcançe, siquiera imaginariamente, et, así, buscar para punto de meta e fin de aquesta Trásfuga alto tan difuminado et etéreo cual es el Parnaso, gloria suprema?
  • ¿Por qué, si a tan excelso punto habíamos de acudir, no aprovechar ocasión e coronar con la benia de Apolo et asistencia de las musas, homenajeando la figura del Maestre Espinel?
  • ¿Qué mejor quía, ya que en ello estamos, que Marcos d'Obregón, que ya ficiera viaje, para apostarnos hasta la cumbre?
  • Y, por fin, ¿a qué lugar encaminar nuestros pasos e que foera soficientemente amplio para cobija de nuestras hazañas e del Parnaso, hermanándolo en Tránsfuga unísona e sola?

A fé que a Castilla.

Y así empezamos...


2. Desventuranzas preparatorias

Aceptada que lo fue y entusiásticamente rumiada la idea ya descrita, empezaron para nos arduas penalidades e obstáculos que habría que puntualizar e datos importantes, sobre todo históricos, que tenerse en cuenta a la hora de llevar a cabo tal acción.

En el capítulo intitulado Metafuga, que continuará a este que agora nos ocupa, quedará ampliamente mostrado el innumerable acopio histórico a tener en cuenta, pese a que en esta ocasión, solamente se refieren concretas fracciones de los mismos et ideas muy generalizadas, sosceptibles de ampliación tal que, a buen seguro, llenarían páginas e páginas de una abultada biblioteca, quizá, y para desdicha de estudiosos, con más gloria para Polimnia que para Clío.

Presentóse de inmediato el dilema del personal, ca entre los dones (Nuño, Gil...), maeses (Alonso, Martín) e maestres (Fabián, Rodrigo) e demás aceptables proponentes, acl cabo, tan sólo los capitanes en Tuna et licenciados en Trova Don Carlos et Iocencia, aceptamos cargar a nuestras espaldas la casi divinamente encomendada et difícil tarea, como se explicará al fablar de Metafuga, e con todos los respetos a D. N. S., que todo lo sabe e no ha de dudar de la buan fé que nos mueve a tal empresa, ni del apelativo anteriormente usado para los superiores grecorromanos.

Así pues, sellóse el pacto con emotiva seriedad e casi jurándonos llegar a fin o quedar en el empeño.

Como queda expuesto, la dificultad humana era máxima, a aún agora, a escasas horas del inicio de la Tránsfuga, desconocemos la totalidad del pasaje que seguirá el mensaje de Apolo en los rayos del cielo, puesto que, como él, también partimos del Este a la busca de territorio dó trovar ventura e fama.

No menos nominables son aquestos problemas derivados de la preparación física e geográfica del material transportable.

En quanto al de naturaleza geográfica, baste con señalar su casi total abolición de forma que, presumiblemente, el punto de salida en dó colocaremos el escudo e señal de nuestra victoria primera e parcial, ha de ser Ciudad Real, puesto que su mismo egregio nombre ha de servir cual pátina para engrosar nuestra gloria e la del tuno, que es la misma, cual pan de oro que engullesen e asimilasen nuestras coronas, si a laurel hobiéramos caso, y si a éste permitido le estoviera poseer estómago e tripas fisiológicamente capaces de facer propio el mineral.

Mas no desmoralicemos que Esculapio decidiera los menesteres que hubiera en cada caso, ca este ha de ser su cometido e a buen seguro que no habremos de dudar de su cordura ni éste ni otros menesteres para los que será nominado e necesario.



3. Material



Et aceptada que foé la salida, comenzóse a
escoger e decidir el material
transportable e conveniente que
a continuación se detalle et explica...

Necesidad de:




Alegres los ojos,
borracho el semblante,
la copa espumante
en alto brindar:

Rebosen los labios
en risas e vinos
y el néctar divino
dé fuerza al andar

Alimentos

En sí no hobiérmoa necesidad dellos, pues sin pecar de goliardo, bien podiérase sopistear con la debida atención e respeto, con las significaciones debidas y, desde loego, sin jamás rechazar el bon vaso de vino, ca al cabo alimento es también et a Baco fiçiéramos ofensa en su desechanza.

Mas e como líquido sólo non foera soficiente mas que para rehenchir vejigas, que ya estoviéranlo de caminar, e como a fé quel mismísimo dios querencia mostráranos si algo sólido que flotara non ingiriéramos, por dar más importancia a lo trasegado, algo de sopista sí podemos transportar en los morrales, que es en suma poca mercancía, e voto a tal que su peso más bien habría de reconfortar que atormentar al transportador.

E como cierto es también que los caldos con pan sopas son y mejor entran e porque en definitiva no podemos evitar venir de la costa do los barcos pululan e flotan sobre las aguas, imaginamos siempre este elemento con tropezones.

Abusar de mi imaginación no debiera e ansí a la hora del repostar evitemos el pensar en las playas de torismo, en las que los obstáculos cárnicos son numerosos, pues a poco la Fortuna enviara enfados dejándonos siquiera los despojos e aromas de un mal caldo que humedezca nuestros labios.

Pan redondo sí llevaremos que en sume el diámetro del orbe en su circunferencia lo es e ánimos infundiéranos con su doble significación e cometido.

Confiemos pues en manos de Fortuna la comida, que no toda, e si a campo hobiéramos menester de refugiarnos, Diana o Artemisa que importan poco nominanzas, oremos por mejor subsistencia e reacopio de energías soficientes.


Aseo

Poco necesario foera si a campo o monte hobiéramos de restringir los tropezones con las piedras, mas como el oráculo muéstrase algo penumbroso al respecto con augurios poco claros, y en cualquier caso mucho de negativos, serían capaces de indicarnos un gasto en demasía de la capa e de la manta, e ansí es de confianza pensar en la hospitalidad de rústicos serranos, que los habrá, y es por ello además que por la evitanza de escoceduras innecesarias, por lo que a un leve aseo menester hobiéramos, aún a vez por cada par de jornadas.

Et ansí se nos hace indispensable cepillo con que tratar las fauces e polvo blanco limpiador con que lavallas evitando et eliminando residuos de comida anterior, que más que dañar los dientes habrán de dañar el recuerdo al quedar depositados en tal forma, como far e luz de lo que un ayer podimos masticar et engullir, llevándonos a la destemplanza de ánimo et a sueños alucinatorios de un recuerdo residual e dentario, por lo que posiblemente las limpiezas pararían por gozar algo más de un comer ya lejano e olvidado en la memoria.

Ropa interior e atuendo proprio del tuno

Viene a ser como uno solo, pues que poca diferencia hay cuando la necesidad e zar de la vida obligan et apremian al desalojo de las pieles, tanto de aquellas que abrigan los diversos dineros e monedas e baratijas consiguientes, como de esotras que arropan otra piel que a carne corresponde, y ésta es ropa íntima que a nadie conviene desechar o aventurar en el joego.

Al cabo viene a ser cosa idéntica, pues que si hábito non ha de facer monje, traje non fará tuno, que lo ha de ser en calzones e aún en su defeto, por razones que a relatar no paso e que la pudicia reconviene a omitir, en traje de Adán, padre nuestro.

Instrumento

Será sobrio e necesario el tañible e con cuerdas pares o no, e a la sazón, habrá de nomnarse guitarra, vihuela si la hobiera, bandurria, laúd e mandolina si a Nápoles hobiérase recurrido et en él repostado en el transcorso de alguna jornada.

Parche necesario est, e será infatigable compañero, mas como ya Euterpe indicara a este respecto, cuerda habrá de ser pulsada para que su complementario, tras balcón agazapada, sienta al unísono vibrar el cuerpo de placer e amor.

Cuerda pulsada lo será tamibén cuando la corriente nerviosa de los adentros faga reaccionar la mano dirigiéndola presta a la bolsa do, sin preturas, con liberalidad, alcance algunas monedas a cuyo encuentro acudirá el parche movido por la hábil mano que a tal menester ha sido entrenada.